Esta es una
historia que siempre me gusta contar como me la contaba mi abuelo hoy se las
comparto ya que es una de la tradiciones y celebraciones más importantes que
atrae a millones de turistas a el Municipio de Zinapecuaro con el sol encima y
un largo camino por recorrer, el pueblo de Zinapécuaro, se traslada de su
comunidad, a la localidad de Araró para recibir y llevar una singular imagen de
Cristo a la que son devotos.
Sin importar el
calor o los obstáculos del camino, marchan fieles y llenos de alegría
apresurando el paso para que no los alcance el tiempo y puedan llegar antes de
la hora deseada en la que recogen la sagrada imagen del Señor de Araró.
Sin duda una de las
tradiciones que siguen vigentes al paso de los años, es la venida del Cristo de
Araró, esta imagen es un legado que los frailes franciscanos dejaron en el
municipio de Zinapécuaro, en la comunidad de Araró, misma por la que toma su
nombre.
Es un Cristo hecho
de una pasta que se hacía de la médula de la caña de azúcar, es del tamaño de
una persona de estatura regular y pesa aproximadamente 12.5 kilogramos. La
imagen es una pieza de arte que está meticulosamente tallada para resaltar
todos y cada uno de los rasgos físicos que forman parte de ella.
La costumbre de la
entrada del Señor de Araró comenzó, según una tradición popular, a finales del
siglo XVI, cuando la imagen fue encontrada cerca de la comunidad de Araró; ahí
se le construyó un santuario y se trasladaba a diferentes poblaciones,
primeramente por los frailes franciscanos en dos o tres ocasiones para el buen
temporal, entre ellas están la cabecera municipal que es Zinapécuaro,
Michoacán, y Acámbaro, Guanajuato; actualmente el Cristo de Araró sólo sale una
vez al año y es a la población de Zinapécuaro, la fecha es variada pues depende
de la Semana Mayor o Semana Santa, porque sale de Araró el miércoles anterior a
ésta.
El traslado total
del Cristo de Araró dura dos días, el miércoles y el jueves, el primer día sale
de Araró aproximadamente a las 6: 00 de la tarde, después de una misa de
despedida; antes de salir del santuario, es colocada en una urna de cristal,
vestida con telas finas hechas especialmente para ésta.
Es muy emotivo ver
la imagen que va hacia Zinapécuaro, ya que siempre va custodiada por hombres
con farolas que caminan al paso de los cargadores, que son las personas que la
llevan en andas; además también es acompañada del pueblo, que desde temprano
inician el camino al santuario para en la tarde regresar con ella; algunos van
descalzos, otros con pequeñas cruces y están los que se van en camión y se
vuelven caminando.
Al llegar a
Zinapécuaro, aproximadamente a la medianoche el pueblo está ya listo para
recibirlo, las calles son adornadas vistosamente, y se colocan posas donde
descansa por uno o dos minutos y sigue su camino hasta llegar a la capilla del
Barrio de San Juan, a donde arriba entre las 2: 00 de la madrugada, ahí se
queda hasta el jueves.
En este segundo día
se hace una misa a las 10:00 horas para dar paso al recorrido por el pueblo,
que dura todo el día, la tarde, la noche y la madrugada haciendo una pequeña
pausa en el panteón municipal en la tarde-noche a las 19:00 o 20:00 horas.
Durante todo el
recorrido, el pueblo celebra la llegada del Señor de Araró con cohetes, bombas,
castillos y todo tipo de juegos pirotécnicos, además de las ornamentas que se
hacen con flores naturales, papel, plástico, aserrín o cualquier otro material
que sea adecuado para la ocasión. Sencillamente el pueblo se llena de adornos y
de turistas de distintos lugares de la República Mexicana y de la Unión
Americana que vienen a admirar tan singular tradición,
Finalmente, el
Señor de Araró llega a la parroquia de Zinapécuaro entre las 5:00 y 6:00 horas
del día viernes, las farolas se colocan a las orillas para hacer una especie de
valla; mientras esto ocurre una comisión encargada saca al Cristo de la urna
donde viaja y lo coloca en una cruz que está hecha individualmente para la
imagen.
Cuando ya está fijo
en su cruz, lo llevan cargando por el centro del templo hasta llegar al altar
principal, donde permanecerá durante 50 días; al cumplir este tiempo, los
fieles de Araró vienen a recoger la imagen y la llevan nuevamente a su
santuario, en el que estará hasta que nuevamente llegue el día de su entrada y
estancia en el pueblo de Zinapécuaro.
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